El 23 de mayo es el Día del melanoma, un tumor de piel que en su evolución puede comprometer otras zonas del cuerpo, como ganglios u órganos. Su nombre deriva de los melanocitos, que son las células que dan color a la tez: este cáncer se origina cuando comienzan a crecer sin control.
Entre los factores de riesgo más importantes para desarrollar un melanoma podemos mencionar tener una piel con pigmentación muy clara y exponerse a rayos ultravioletas, sobre todo en los horarios de mayor radiación solar (en nuestro país, aproximadamente entre las 10 y las 16). Según el Instituto Nacional del Cáncer (de acuerdo a datos de la IARC), el 52,8% de los casos de melanoma en nuestro país pueden ser atribuidos a la exposición a rayos UV.
No solo hay que cuidarse del sol durante el verano: durante todo el año es necesario usar protección solar. Cabe aclarar que las lámparas solares y las camas bronceadoras también son fuentes de radiación ultravioleta.
Además de las cremas o emulsiones con filtro, también se recomienda el uso de gorros o sombreros, y ropa clara, que cubra la piel.
Lunares y detección precoz
El melanoma es el cáncer de piel menos frecuente, pero también es el que puede tener mayores consecuencias si no se trata a tiempo. Para su detección precoz, la clave está en el control periódico por parte de especialistas en dermatología. Las alteraciones en manchas y lunares a las que las personas deben prestar atención y que deben llevar a la consulta se han resumido como “ABCDE”:
- A de asimetría: no es igual una mitad del lunar a la otra
- B de borde: los bordes son irregulares, desiguales, dentados o poco definidos
- C de color: el color no es uniforme, tiene partes de color marrón o negras, manchas rosadas, rojas, azules o blancas
- D de diámetro: el lunar o mancha mide más de 6 milímetros de ancho (poco más de medio centímetro)
- E de evolución: se observa que cambian el tamaño, la forma o el color del lunar
Si bien este tipo de tumores se puede desarrollar en cualquier parte del cuerpo, son más comunes en pecho y espalda, en el caso de los varones, y en las piernas, en el caso de las mujeres. También pueden aparecer con frecuencia en cuello y rostro.
Luego del control con dermatología, es fundamental la derivación oportuna a oncología.
Tratamiento
El tratamiento dependerá fundamentalmente de la etapa o estadío de la enfermedad, pero habitualmente comienza con una cirugía para extirpar el melanoma y un poco de la piel a su alrededor. Si luego de la intervención, se observan células cancerosas en la biopsia de ganglios, se puede realizar inmunoterapia (medicamentos que actúan fortaleciendo el sistema inmunitario para que reconozca y ataque las células cancerígenas) o radioterapia.
En función de si están presentes o no ciertas mutaciones, se pueden plantear los llamados “tratamientos dirigidos”.
Después de intentar estas terapias, puede ser necesario también utilizar quimioterapia
Ante un diagnóstico temprano y con un tratamiento adecuado, se puede curar la mayoría de los casos.